Huyen del campo por los pesticidas. En la ciudad expulsan a las gaviotas, con quienes compiten por la comida y contribuyen a la proliferación de roedores.
Los chimangos son aves rapaces que acostumbrábamos ver en los campos y descampados pero que son cada vez más numerosas en sectores urbanos. En nuestra ciudad se las ve cada vez con mayor frecuencia, tanto en los barrios como en la zona costera. Este fenómeno tiene una explicación -o causa- y, a su vez, genera consecuencias, provocando una mutación de la realidad que es difícil de manejar.
Consultado sobre la situación, el doctor Conrado Murdoca, jefe de la división de Plagas Urbanas de la Municipalidad, confirmó que es una realidad que los chimangos están huyendo de las zonas rurales hacia las urbanas. El motivo: “Hay uso y abuso de pesticidas en el campo y el animal, intuitivamente, tiende a escapar de esas zonas y se traslada a otras”, explicó.
Según Murdoca, “los pesticidas que se utilizan en el sector agrícola están formulados con finalidad específica de controlar diversas plagas pero los excipientes que usan aumentan el poder tóxico. Es algo que no ocurre con los pesticidas que se utilizan en salud pública, en las ciudades, que tienen excipientes refinados, que no tienen efectos colaterales, no provocan sinergia ni aumentan el poder tóxico del producto”.
Esto, apuntó Murdoca, ocurre también a las abejas. “Antes no era común encontrar colmenas en el centro de la ciudad, por ejemplo, colgadas de un semáforo y actualmente, cada tanto, recibimos un llamado por ese motivo” explicó. En el caso de las abejas, la dirección de Murdoca prefiere no “combatirlas” por lo que solicita la colaboración de apicultores y/o especialistas en abejas para retirarlas.
“Tanto chimangos como abejas son víctimas del daño de su ecosistema y se corren”, indicó Murdoca.
La solución, según el especialista “es a mediano o largo plazo y tiene que ver con regularizar el uso de plaguicidas para reconstituir un entorno viable para los animales”.
Al llegar a un nuevo hábitat, los chimangos generan, involuntariamente, un impacto en varios aspectos.
Por un lado, compiten por el alimento con las gaviotas. “Al competir con ellas, puede ser que las espanten”. Si bien no está comprobado científicamente, sobre todo en la costa, se observa cómo el panorama ha cambiado. Ya no se ven gaviotas y, sí, muchos chimangos, alimentándose, de los desperdicios que, lamentablemente, llegan a las playas.
Pero no solo impactan, como un efecto dominó, sobre las gaviotas. Al alimentarse de basura, los chimangos se suman a los perros y gatos a la epidemia de bolsas rotas y desperdicios desparramados, en esquinas y microbasurales. Y eso, a su vez, contribuye a la proliferación de roedores, que son un gran problema para la división de Plagas Urbanas.
“Es un círculo vicioso. Una situación impacta en otras, en algunos casos, agravando problemas existentes. En el caso de los roedores es un problema en el que trabajamos permanentemente, no se termina nunca”, indicó Murdoca.
En relación a los roedores, al igual que los chimangos, se alimentan de la basura. Y, mientras tanto marplatenses como turistas continúen con vicios tales como tirar los residuos en cualquier lado -especialmente restos de comida- la situación solo va a empeorar.
“Se trabaja con el control de roedores en toda la línea costera. Ahora también estamos trabajando en las dos escolleras -norte y sur- porque se da un problema de residuos de pescados que dejan los pescadores, más los que dejan los turistas y las personas que pasean por el lugar y eso no solo hace afear el sector, sino que atrae a los roedores”, indicó el referente. Para controlar este brote, la Municipalidad tuvo que disponer una compra especial de rodenticidas, exclusivamente para las escolleras.
Vale recordar, que los roedores son animales con una gran capacidad de adaptación, grandes tasas de reproducción y, sobre todo, transmisoras de numerosas enfermedades a los seres humanos.
El trabajo de control y la preocupación del área tiene que ver con que la proliferación se está dando aunque aún no se ha llegado a la época de mayor circulación de personas en estos ámbitos. “Entre ahora y marzo, creemos que la circulación por la costa, las escolleras, se quintuplica”, indicó.
“Además del control trabajamos en la prevención, tanto en el programa Acercar, como en el Prevenir. Los chicos son receptivos y nos ayudan mucho, replicando, pero hay mucho por corregir aún en el comportamiento de las personas”, reconoció Murdoca.